29.10.07

Papeles Sin Dueño

En estos días, entrando y saliendo constantemente en el metro, autobuses y trenes observaba callada la gran diversidad de personas que habitamos en un simple vagón, o más concretamente, en un sólo metro cuadrado. Sin querer se agolpaban en mi mente esas escalofriantes imágenes del FGC vistas en todos los medios, en donde un "innombrable" excusandose en el alcohol, se ve con derecho de propinarle sin motivo ni razón unos golpes de consideración a una chica de 16 años que probablemente ni siquiera le hubiera mirado a la cara ni hubiera advertido su presencia. Yo de todo esto, no entiendo dos cosas; la primera que gente así, que no personas, hagan estas cosas y la justicia no responda o lo haga como han hecho desde Ecuador, invitándole a este personaje a ir a su país para allí ayudarle a superar sus problemas. Sí, sí, es cierto. No haré más comentarios. Y dos, que a consecuencia de esto las víctimas, por miedo o indefensión aprendida ante tanta justicia vigente, decida no tomar cartas en el asunto ni denunciar una agresión tan grave como considero que ha sido ésta, de este tipo.
Y digo yo, ¿para qué queremos cultura si no tenemos educación?.


8.10.07

Sociedad

Primeros de octubre. Fecha de mi primera reunión de trabajo. En la capital de España, claro. Siempre he pensado que viajando es como más se aprende, especialmente en el propio viaje, es decir, en las observaciones realizadas durante el trayecto. Haré un vínculo del medio, el tren, a Atocha, la estación, por la estrecha relación entre ambos. Bien, poco tengo que decir sobre la gran diversidad de personas que pueden llegar a desfilar en un sólo minuto por cien de sus baldosas. Así pues, os pediré un favor, no os va a costar mucho, sólo tenéis que meteros en mi piel por un momento e ir poniendole rostro a cada una de mis descripciones. ¿Lo probamos? Sí, como veis analizaré a personas.

En la reunión había de todo, perdón, de todo y más. Eso sí, con algo en común, todos/as eramos educadores. A base de observar, llegué a distinguir fundamentalmente a 5 tipos de personas:
- Tipo A: "los jefes", jefes de "nada" pero conocen a cuatro gatos y así nos lo hacen saber.
- Tipo B: "los conocidos", grupo de personas que se saludan efusivamente o bien por haberse visto anteriormente, aunque sea hace 3 años durante unas simples horas, y que por cierto, les dura ese saludo durante todo el santísimo día. Cabe decir, que no advierten más presencias.
- Tipo C: "los solitarios", evidentemente, van solos, a disgusto o por obligación quizás, y si van solos, puedo confirmar que se van más todavía.
- Tipo D: "los majetes", a este estereotipo pertenecen esas personas que te dicen dos o tres cositas, que te saludan, aunque te los cruces veinte veces por los pasillos, es decir, hacen ademán de caerte bien y la verdad es que estando allí por lo que se está, el detalle es de agradecer.
- Tipo E: "los grandes", los ponentes, los altos cargos, los que dirigen o más saben del cotarro, temblando al dirigir la mano al mouse para hacer un sencillito "doble click, muy curioso, vaya.
Y luego... luego estoy yo, el Tipo F, "los otros", con un poquito de todo, en el centro, que como bien me han dicho siempre, "más vale un porsiaca que dos penseques..." Ahí queda eso.

La conclusión: mucha palabra y todo reside en la práctica. Una experiencia más. No os he dicho que trabajo en un programa socioeducativo de atención y compensación a niños inmigrantes o en situaciones desfavorecidas. Llevo una semana y ya es suficiente para saber que este es el primer trabajo que mejor he podido escoger, del que enseñaré mucho pero aprenderé y recibiré mucho más. Jamás olvidaré este comienzo, por el simple hecho de abrir la puerta y ver a parte de esos niños con gestos de admiración y sorpresa, con la carita iluminada, los ojos como platos desbordando agradecimiento y esas sinceras y humildes sonrisas que traspasan fronteras y hacen que olvides todo lo demás. El día que me reclamen de la bolsa de interinos sonreiré por haberlo conseguido pero sé que aunque salga con la cabeza muy alta, orgullosa de mi primer empleo, llevaré mi corazón encogido.